Presentación Puebla IBERO: Ma. Eugenia Sánchez

PRESENTACIÓN LIBRO NO REGRESAR AL PASADO María Adelaide Menting

Presentación: Ma. Eugenia Sánchez

Universidad Iberoamericana 21 de noviembre de 2024

INTRODUCCIÓN

“La lucha por la sobrevivencia y el desarraigo han dejado muchas huellas en el mapa de Guatemala y de México. Sus fogones han calentado la vida en muchos lugares. Nunca se apagaron a pesar de las condiciones difíciles”.

GUATEMALA:

Pienso en la colonización, Bernal Díaz del Castillo, en construcción de identidades, el va y ven en su anexión a México, en la explotación brutal United Fruit Company y de unas  élites, dicen que las más voraces de América latina, en el intento de reforma agraria en los 50 con Árbenz, en los golpes de Estado militares,  en la crueldad extrema, la política de tierra arrasada, Efraín Gomez Mont, y me duele la permanencia de la desigualdad y e racismo.  También pienso en El Cristo Negro de Esquipulas, consuelo de los indígenas y tal vez dicen algunos antropólogos reconfiguración de un Dios de Copan, Cristo negro de estar escondido en cuevas, seguramente perseguido, como perseguidos y asesinados fueron varios de los sacerdotes belgas que apoyaron a las poblaciones. Pienso en Miguel Angel Asturias.  Pienso en los tejidos coloridos elaborados por las mujeres desde siempre que expresan belleza y esperanza.

Todas esas imágenes que vienen a mi mente atraviesan de una y otra manera la vida de las mujeres cuya historia podemos conocer gracias a Marie Adelaide Menting.

No regresar al pasado es un libro de Historia con mayúscula, la historia de, como decía Camus, de los que la sufren, de las que sufren la historia, de las invisibilizadas, de los y las deshumanizadas, de los y las que han alimentado con su vida y con su sangre el “desarrollo”, el “progreso”.

LAS NARRADORAS:

Son 45 mujeres las que narran su historia. Por su fecha de nacimiento hay: una mujer que nació en los años 20, una en los 30, once en los 40, trece en los 50, diez en los 60 y diez en los 70. Hay algunos comentarios de una mujer que nació en 1990.

Son nueve ladinas y treinta y ocho mujeres indígenas de 8 diferentes etnias.

Dos son de la etnia Cachiquel, dos Chortiz, una Ixil, tres Jacalteco, siete Kanjoval, doce Mam, siete Q’eqchí y cuatro Quichés.

10 capítulos

  1. La vida en las aldeas donde nacimos 1924-1965
  2. De niña a mujer casada 1924-1965
  3. Colonización en Ixcán y Petén al os 60-70
  4. Viene la guerra 1975-1981
  5. Sobrevivir en la montaña 1981-1986
  6. Estar en lo claro en Chiapas 1981-1984
  7. Campamentos en Campeche y quintana Roo 1984-1988
  8. Retornar a Guatemala 1987-1998
  9. Reintegrarse en Guatemala 1995-1999
  10. No regresar al pasado 1999

LA TRAMA

La trama del libro, de las narraciones de las mujeres, es la de un peregrinaje constante, yo digo peregrinaje solidario a contracorriente y leyendo estas historias, me siento muy superficial, incluso avergonzada, diciéndolo, porque es eso un peregrinaje solidario en medio de violencias extremas. Es extraordinaria la naturaleza humana que nos revelan estas mujeres.

Como un río de vida, de muerte, de zozobra, de esperanza y sobre todo de una fortaleza y una solidaridad impactantes, el libro narra  la vida de las mujeres entre 1924 y 1965, las narradoras seguramente muchas nietas o bisnietas de esas mujeres, como pasan de una vida dura e incierta yendo del Altiplano a la Costa ,  a la esperanza de la colonización en Ixcán y Petén entre los años 60 y 70 en donde tienen una vida buena hasta que empieza la guerra entre 75 y 81 y tienen que huir y sobrevivir en la montaña en medio del hambre, la enfermedad y la zozobra. Entre 81 y 84 huyen a México, se establecen precariamente en Chiapas para trasladarse a los campamentos de Campeche y Quintana Roo, donde encuentran cierta estabilidad y tranquilidad. Finalmente, el retorno, la difícil decisión y la reintegración en Guatemala de 1988 a 1999.

UN ARRAIGO Y DESARRAIGO PERMANENTE

La vida de las aldeas en donde nacimos  1924-1965

 Para sobrevivir cuentan el ir y venir entre el altiplano y la costa, entre el clima frio y la sombra de los árboles, al calor sin árboles, Ida y vuelta o la familia separada

 “La tierra, el pedacito propio, se vendía, ir a la Costa sur a sembrar maíz en tierra prestada”.

 “Cortar algodón, café, sembrar zacate para el finquero y cuidar su ganado a cambio de un pedazo de tierra para sembrar maíz.” Desde niñas.

Ante esa supervivencia tan dura surge la ilusión y la esperanza a partir de la colonización del Petén e Ixcán. Era un nuevo desarraigo, pero con un horizonte promisorio.

LA VISIÓN PATRIARCAL

Uno de los hilos que atraviesan el libro. La subordinación de las mujeres a los hombres y a la visión patriarcal de las mujeres.

En las historias hay variaciones pero también constante en la subordinación de las mujeres hacia los hombres y en el predominio de una visión patriarcal en las mujeres que va evolucionando de manera notable en la historia.

“Yo quiero ir a la escuela a mamá, no tu no vas, sos hembra no es importante. Las que van a la escuela se ponen muy huevonas, solo están escribiendo allí y no hacen oficio de la casa 

“Cuando ya tengas edad te vas a casar. Temprano vas a hacer las tortillas a tu marido. Hay que madrugar porque también hay que ir a lavar su ropa. Si no sabes lavar pues no vas a ser feliz con él “

Nunca se hablaba de las relaciones sexuales ni del embarazo ni del parto. La planificación de los hijos

Una tía le decía a Esperanza “Vaya a comprar una libra de azúcar, per rápido, y tiró un escupido en la ´puerta de la casa. Si este escupido se ha secado antes que vengas, a saber, qué te va a pasar”

Aparece la doble jornada (hasta hoy) “Aparte del trabajo de la casa me iba con mi papá al campo”

Olivia Mi papá pegaba a mi mamá si no estaba bien preparada la comida

La historia de Felicia.

La mamá a punto de car a luz y el esposo la obliga a ir a la parcela, a trabajar …Empezaron sus dolores el 1 de mayo y el 5 de mayo murió Mi mamá se murió en mayo y la guerra empezó en julio 64.

Francisca cuenta que si se dejaban porque el hombre tenía otra mujer el hombre se quedaba con la Tierra sacaba a su mujer con chicote con patadas y era el modo del hombre

Adriana Mi papá trató muy bien a mi mamá y de que aceptaba hacer tareas de la casa si era necesario.

El sufrimiento y la muerte de los niños y niñas

“Cuando tenía doce años mi madre murió y me quedé con mis tres hermanos más pequeños”

Morían muchos niños pequeños. Francisca cuenta que se murieron sus primeros 5 hijos que les pegó ojo, porque los iban a visitar

Lucinda dice que tuvo 16 hijos y que se le murieron 7

Juana cuenta que cuando huyeron a montaña “Pasamos como en un sueño y la mera tarde se murió mi niño. Le dejé tirado así nomás con un pedazo de trapo. ¿Enterrar?, no había cómo, no llevábamos machete, ni azadón

ILUSIÓN Y ESPERANZA

En los años 60 y 70   la esperanza e ilusión de irse a Peten o Ixcán

Surgen los proyectos de colonización que fueron organizados por el gobierno y la iglesia católica, la misión belga, la congregación de Maryknoll de Estados Unidos. Se promovió que las familias del sur y del oriente fueran hacia Petén e Ixcán tratando de establecer un proyecto de desarrollo.

Nuevo desarraigo, pero con cierta ilusión

Ana:    Deja a sus padres que la querían mucho, pero “decidí por el amor de mi hijo irme con su padre al Petén”.

Francisca cuenta “mi esposo tenía una radio y escuchó que había Tierra en Ixcán. Vámonos es muy buena Tierra puro verde da frijol plátano café tengo cochinos aquí la Tierra es seca.

Es un tema recurrente la importancia de la tierra para los hijos a lo largo de todas las historias.

Macaria: vendí mis bienes para poder pagar el viaje, el pedacito de Tierra donde estaba nuestra casa que tenía 7 mecates había café mandarina aguacate y bastante leña vendimos todos nuestros bienes y mis trastes.

Cuando se habla de vender y perder los trastes es como deshacerse del último recurso. 

“Los vendí todititos mis trastes”.

La vida en Petén y en Ixcán fue una vida buena.

En las zonas de colonización convivieron familias de varias etnias y había más estabilidad porque ya no era necesario migrar a las fincas y también más acceso a la educación

“Nos iba bien en Ixcán había cardamomo, café ,frijol ,camote ,todo teníamos cuatro bestias 100 pollos y 25 coches dice Margarita y

 Francisca dice sembramos caña limachina . naranja, mandarina, limón.

Esperanza recuerda: nuestra parcela en Petén era pura Tierra negra y daba de todo una Tierra buenísima había arroyos en la parcela murmuraba el agua día y noche

Del desarraigo, una vez más surgía la vida

Pero las relaciones interétnicas tenían sus problemas, por ejemplo, para el matrimonio

Candelaria cuenta soy Mam mi esposo es Kanjoval no nos casamos porque mi mamá no aceptó a mi novio era promotor de salud me fueron a pedir, pero no quiso porque no era de nuestro dialecto Mam

“quién sabe si vas a querer vivir con ellos no son de nuestra sangre familiar puede ser que vas a perder tu traje es lo primero que va a pasar acaso tu suegra va a quererte huipil ella tiene otra clase de blusa tienes que tener la misma blusa que ellos, (el traje es muy importante, difícil dejarlo en México para que no sepan que vienen de Guatemala, deseado para jóvenes que se van a trabajar a la ciudad, complicado retomarlo al regreso a Guatemala)

 En Ixcán tuvo mucha influencia la iglesia católica a través y también la iglesia evangélica

Carmen cuenta que a raíz de una epidemia de una enfermedad intestinal en la que murieron como 70 niños es como empezaron a organizarse las mujeres madres de familia y lograron hacer una clínica y les dieron el médico

Presente y futuro quebrados (la guerra de 75 a 81)

Las familias habían empezado una nueva vida en Petén y en Ixcán. Las condiciones de vida empezaron a mejorar en las cooperativas y las aldeas. Pero se iba a perder todo con la llegada de la represión y la guerra a finales de los años70.

Llegaron los policías cuentan Carmen y les dijeron que no podían vivir ahí porque era parque ecológico.

Y se inician años de brutalidad, crueldad, dolor, hambre muerte, en los que las mujeres sufren doblemente, por todo, pero especialmente la brutalidad de los militares

El ejército tomó control de las comunidades para prevenir que la población apoyara a la guerrilla.

Hicieron su destacamento y tres años estábamos así cuando comenzó la masacre

Pero nosotros no sabíamos qué era guerrilla, si eran personas o si eran animales. Tal vez llegaban, pero como no conocíamos, no sabíamos

Con miedo salimos en la montaña.

 Ahí empieza un tiempo de mucho dolor

Apenas tenía un día de estar aliviada de mi hijo cuando tuve que correr y salir a la montaña. Nos retiramos sin llevar cosas, sin llevar comida. Nomás salimos con la ropa que teníamos puesta. Cuando nos metimos en la montaña vimos que iban los helicópteros encima de la montaña y los soldados

Soldados diferentes

—Cállese señora, aquí no tenemos Dios, nuestro Dios es solo esto —dijo el soldado con el arma apuntada a mi abuela—. La siguiente vez que venimos, ya no van a estar vivos.

 Florencia—No se enoje señora porque venimos mandados. Si no obedecemos la orden, lo vamos a pagar.

Qué es guerra, qué es comunismo

Desapareció para siempre este muchacho. Y así se fueron desapareciendo muchas más personas para siempre.

Reina. Igual agarraban a las hijas y hacían lo que querían con ellas. Después se iban y las dejaban bien amenazadas. Si estaba el marido le agarraban y delante de él violaban a la familia. Y si tenía un hijo al otro día lo llevaban para el ejército. Por eso entre los muchachos grandes había bastante miedo y dormían en la montaña o en el aguatal.

pero también hubo casos en que la guerrilla mató a personas que no querían apoyar y que supuestamente colaboraron con el ejército.

La mayor parte de la violencia extrema contra la población fue por parte del ejército,

Habíamos armado una especie de cadena para que llegara la información, pero a veces era difícil cuando el orientador político bajaba a las diez de la noche para decirnos que bajáramos la información a la población donde había peligro.

Había una señora en la comunidad que era la única mensajera que teníamos. Empezó a tener contacto con gente en Belice. Viajaba en todo el departamento. Era la única forma de comunicarnos entre nosotros. Era una señora muy hermosa, gorda, colocha, pelo esponjado, bonito el cabello de la señora. Pero la descubrieron y no regresó.

Juana: Las mujeres eran las más afectadas por la guerra. Cuando vino la violencia y la persecución tenían que jalar a sus hijos. Pero hay mujeres que perdieron a sus hijos porque no pudieron sacar a sus hijos en tiempo. Había muchachas y señoras que fueron violadas por el ejército. Sus maridos se habían escondidos en la montaña y ellas se habían quedado resistiendo en sus casas

que nos escondimos en el monte.. Ahora tenemos que preocuparnos que los niños no lloraran y había hombres vigilando para ver por dónde andaban los soldados

Masacres y pueblos en llamas

En 1982 la estrategia de tierra arrasada culminó con masacres y con la destrucción completa de 400 pueblos.

Amelia—Ahorita apúrense, vamos a salir de la casa porque el pueblo se terminó. Ya mataron a mucha gente. Mi hijito no sabía qué eran balas. Pensó que eran cohetes. El día lunes a las seis de la mañana comenzaron a quemar a la gente, vivos los quemaron. ¡Vimos el gran humo! Tres días duró este castigo de la gente. Estuvieron una semana. Era la primera masacre de las cooperativas Cuarto Pueblo, Mayalán, Xalbal y Pueblo Nuevo.

Pasaron tres meses y no pasó nada. Después supimos lo que había pasado en Cuarto Pueblo. Era un día domingo, estaba aclarando, cuando rodearon el centro. Toda la gente estaba en la iglesia en el centro para la celebración y sin que la gente supiera los cerraron en la iglesia. Todos fueron masacrados, quemados. Se murieron parejo. Los soldados estaban allí unos cuantos días quemando a toda la gente y sus casas

Comunidades de Población en Resistencia (bases de la guerrilla y se mantuvieron hasta la firma de la Paz en 1996.))  y el nuevo papel de las mujeres

 Muchos sobrevivieron meses o años en la montaña bajo la protección de la guerrilla. Tenían la esperanza de ganar la guerra y poder regresar otra vez a sus casas.

Guadalupe—Húyanse —dijeron—, húyanse, porque ya viene el ejército a matar. Salimos sin ropa, solo mis dos niños llevé, nada más. Fuimos rompiendo montaña y comimos coco de guano. Algunas personas habían llevado un puñito de arroz

De pronto en es condiciones inhumanas, tal parece que las mujeres van construyendo o reconstruyendo su dignidad.

Alejandra: Viví un año en las CPR de Ixcán. Primero estaba en la Sierra y allí la vida era muy individual. Cada quien sembraba su maicito y cada quien veía cómo hacerlo. Pero en Ixcan la vida de la gente en las Comunidades de Población en Resistencia era colectiva. Sembraban y cosechaban juntos.

Reina: No sabíamos qué quería decir hacer reuniones. Allí empezamos a conocer, reunirnos sobre qué íbamos a hacer.

Juana: Nunca en su vida las mujeres habían sido tomadas en cuenta. Lo que jodía era el celo, pero había mujeres que decían:

—Nosotras también podemos, hay mujeres que sí son capaces de hacer cosas, de dirigir.

Lo empezamos a ver en las CPR en donde nos quedamos dos años resistiendo en la selva.

Juana: Había mujeres valientes que también se alzaron. Había muchachas que habían quedado sin papá y sin mamá porque se habían muerto y tuvieron el valor de decidir ir a la guerra.

Hombres y mujeres revueltos hacían posta, cocinaban o iba a traer un manojito de leña. Todos lavaban ropa y se bañaban juntos. Allí nadie puso a un lado a la mujer.

Allí vi la igualdad entre hombres y mujeres, no había distinción. Vivíamos juntos y los responsables nos dijeron también que los hombres debían tener respeto a las mujeres.

 El trabajo nos tocaba parejo, hombres y mujeres. Allí nada dijo: “lave mi ropa porque sos mujer”, allí no.

Olivia: Tardé nueve meses con mis niños en la montaña. Comimos solo raíces.

Refugiarse en México

Las familias perdieron la esperanza de poder regresar a sus casas y a sus parcelas. Más bien llegó el momento de perder todo y de tener que refugiarse en México. Entre 1982 y 1984 se estima que 45,000 personas cruzaron hacia México y se refugiaron en la zona fronteriza de Chiapas. Los primeros refugiados fueron devueltos a Guatemala. Posteriormente fueron acogidos

Marta: Caminamos siete días en la montaña para llegar a México. Éramos cien familias.

Araceli: Cuando salimos de Ixcan tenía diez años.

Adriana: A los veinte días de estar en México llegó la migra a sacarnos

Lloramos a la hora que los soldados nos mandaron de regreso. Dijimos que no queríamos ir. Los mismos soldados se pusieron a llorar, nos abrazaron y nos dijeron que no tuviéramos pena, primeramente, Dios que no nos iba a pasar nada. No estaban de acuerdo que nos volvieran a regresar. Pero el teniente de la migra sí. Prendieron fuego a nuestras champitas para que fuéramos.

Estar en lo claro en Chiapas,

1981–1984

Cruzaron el río y buscaron donde quedarse en la zona fronteriza de Chiapas. Fueron recibidos por la población Mexicana en sus comunidades y ranchos. La solidaridad de la población y de la iglesia católica Mexicana fue muy significativa, reconocida y agradecida por los refugiados. En 1980 se formó la Comisión Mexica de Ayuda a Refugiados (COMAR), a raíz de esto, en 1982, el Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) comenzó a tener presencia en México.

Se hicieron campamentos en donde se sabía que vivían alrededor de 40,000 refugiados, pero en realidad eran muchos más.

Luisa: Cuando llegamos en Chiapas en el 81 sentimos una alegría. Nos habíamos salvado. Ya había llegado mucha gente, primero un grupo y el segundo grupo éramos nosotros. La gente estaba contenta, hizo sus fuegos y coció su arrocito. Había comida y el otro día los niños seguían comiendo. Las hermanas, las monjitas de México, estaban preparadas en el lugar.

Susana: Dios se los pague a los Mexicanos porque nos dieron mucha ayuda. Cuando llegamos nos dieron quince costales de maíz. Dormimos tranquilos y amanecimos sin miedo.

Catalina: Cuando llegamos nos dieron un vaso de bebida caliente cada uno. ¡Ay Dios!, miré a mujeres que estaban lavando su ropa y que se estaban peinando.

Año y medio estábamos así posando con los Mexicanos como si

fuéramos familiares. Hablaban Tzeltal y tenían traje de color negro

Julia: Había tres campamentos.

Tuvieron que dejar sus cortes y vestirse con vestido, se dieron casos de refugiados que regalaron a sus hijos a mexicanos.

Regalar a los hijos

Teresa: una pobre señora a quien el ejército le había

matado a su esposo, regaló a sus dos hijos, aunque con sentimiento de dolor, pero no había de otra

Felicia:   Después una señora mexicana le dijo a mi papá:

—Regáleme su hija.

—Está bueno —dijo y me regaló.

Allí crecí con los Mexicanos en Loma Bonita. La señora me daba buena vida.

 Mujeres en reuniones

Las mujeres  fueron invitadas a participar en reuniones y en trabajos colectivos,

Luisa: Después de pocos días de haber llegado nombraron a nuestros responsables y se nombró también a una responsable de las mujeres.

Ya no pueden estar aquí

Después de la adaptación y de dormir tranquilos y sin miedo, al año,  llegaron a decirles. Ya no pueden estar aquí porque la línea está demasiado cerca. Por estar aquí pueden morir mexicanos si su gobierno viene a tirar bombas. Entonces no solo ustedes van a morir, pero también los mexicanos. Mejor que se vayan a Campeche o a Quintana Roo.

Hasta cuando llegamos en Quintana Roo teníamos miedo.

—No se vayan a asustar —nos decía la gente del ACNUR y de la COMAR—. Aquí no hay nada, no vayan a espantar a los niños, aquí van a vivir tranquilos. Van a tener su escuela y los niños van a tener sus clases. Aquí van a tener su vida, aquí vana morir, aquí van a quedar sus huesos.

Me puse a pensar: “¡ay no!, ¿qué tal si ya no vamos a regresar?”.

—Los niños que van a nacer aquí son mexicanos

Y así fue, nacieron muchos niños ahora mexicanos

Alicia: No quería ir porque en  donde estaban se veían las montaña de Guatemala.

Aunque no estábamos en aquel lado, solo verlas nos hizo sentir cerca.

¿Nos vamos o nos quedamos?

Luisa: Tardamos un año en Chiapas dando forma a nuestra vida. Ya tenía mi casita. Pero cuando el ejército mató a un muchacho los empleados del ACNUR y de la COMAR

dijeron que íbamos a salir a Campeche. Unos no aceptaron la salida.

—Mejor vamos a esperar la muerte aquí, porque no queremos salir otra vez. De verás estamos cansados de perder todas las cosas otra vez. Apenas estamos recuperando aquí unos trastes. No nos vamos.

7. Campamentos en Campeche y

Quintana Roo, 1984 – 1998

En 1984 los refugiados fueron reubicados desde Chiapas y llegaron con sus pocas pertenencias a Campeche y Quintana Roo. Mientras se construían los campamentos, las familias fueron alojadas en galeras donde estuvieron amontonadas, un buen tiempo, bajo condiciones difíciles. En Quintana Roo las galeras estaban en los Lirios y en Campeche, en Hecelchakán y Chiná.

 Los campamentos tenían una estructura urbana, casas en filas, frente a la calle, todas alrededor de un centro en donde había: plaza central, servicios públicos, escuela, clínica, salón cultural, iglesia, talleres para proyectos comunitarios, mercado, tiendas y la casa de la COMAR. En Quintana Roo los solares eran mucho más amplios y había más tierra disponible, para cada familia,que en Campeche. Por eso, en 1990, se construyeron en Campeche los asentamientos Santo Domingo Kesté y los Laureles, en estos hubo mejores condiciones de vida con una perspectiva a largo plazo.

Lucrecia: Las casas estaban muy pegaditas. En el inicio era duro, pero después nos acostumbramos.

Esperanza: Vivíamos en el módulo Dos de Quetzal Edzna. Para mí no estaba bien. Fijase, aquí la casa de uno, luego la casa de otro, la de otro, la de otro, la del otro, así en una línea. No estaba acostumbrada a vivir así. Estaba acostumbrada a vivir en un ranchito, que sea con una cucarachita por allá, pero yo sola viviendo tranquila conmis animales. Y si me daba ganas de dormir, me acostaba en mi hamaca vieja o sea en un tapesco viejo de varas a la hora que quisiera. Si tenía qué comer, comía, si no tenía qué comer, pues no comía, pero nadie me estaba mirando, solo yo sabía que no había comida porque no tenía. Pero en el módulo Dos, aquí estaba yo y al lado estaba mi vecino. No le estaba dificultando la vida si tenía que comer o no, pero asu vez mi vecino me estaba criticando diciendo cosas como: —Mira Fulana no ha comido, no tiene de comer. Mira vos, Fulana consiguió carne, está comiendo carne. No quería que veían que

Poca participación de las mujeres en la estructura de coordinación de los campamentos,  pero neutralización del racismo

Fermina: Antes la gente decía que los que tenían dialecto son indios y no debías hablar con ellos. Discriminaban al indígena. Pero en el refugio explicaron que todos éramos iguales y ya no había discriminación.

Margarita: Cuando llegamos en México poco a poco aprendí a hablar. Antes no hablaba con cualquier persona. Miraba a la gente, nomás saludaba y pasaba. Antes no había reuniones, pero en México sí. Los mexicanos llegaban a vender de todo, naranjas, limones, plátanos, mangos. Pasaban por mi casa y hablaban conmigo aunque no podía contestar. Tal vez les gustaba que hablara con ellos. Así aprendí a hablar con cualquier persona.

Adriana: Cuando llegamos en Quetzal Edzna no sufríamos. La COMAR y la iglesia católica nos mandaron bastante mercancía, minsa, azúcar, jabón, sal, frijol, arroz, aceite, huevos, repollo, papas, zanahorias y a veces tomates. Una vez a la semana nos daban pollo y pescado. No comprábamos ninguna clase de mercancía, hasta verduras nos dieron

La tierra

Las familias refugiados recibieren un solar y tierra para sembrar en usufructo.

Verónica: Había agua potable en cada casa. Nunca cargué agua de un arroyo.

Trabajo

Para poder cubrir las necesidades tuvieron que buscar trabajo asalariado afuera de los campamentos. Al inicio no había libertad de salir de los campamentos, debían solicitar permiso. Sin embargo, a través de la COMAR consiguieron empleo en las plantaciones de azúcar, de algodón y en los ranchos. Muchos hombres y jóvenes también se fueron a trabajar a otras ciudades, sobre todo a Cancún.

También las mujeres. Para poder pagar mis faenas me fui a trabajar en Campeche en casas. A veces las patronas me trataban bien y a veces mal.

Shorts.  Verónica: Cumpliendo los trece cuando empecé a tener más amigas y algunas de ellas se iban a trabajar en la ciudad. La mayoría se fue a Cancún, pero yo estaba estudiando,

todo esto fue reconfigurando las relaciones familiares y de género

Pequeñas empresas

Escuela para todos

En todos los campamentos había una escuela preescolar y primaria. Los mismos refugiados dieron clases a los niños, fueron nombrados promotores de educación que trabajaron bajo la responsabilidad y supervisión de maestros mexicanos.

Educación sexual

Hijos clandestinos

A veces llegaba el aviso de que un hijo había muerto en la montaña. Si un hijo murió en la clandestinidad, el dolor y el luto también era clandestino.

Una gran sorpresa

Esperanza: —Vas a morir de tanto llorar por tu hijo —me decían—. Mira, mi hijo ya está de vuelta.

¡Ay Dios!, sentí que las piedras se juntaron en la tierra, se me agarró un sudor helado y mis lágrimas se desarmaron. Vi al hombre parado en la puerta. Le estaba mirando como que no lo miraba, por Dios santo, ¡mi hijo! Catorce años no le había visto, ni de día ni de noche. En horas de la noche siempre me había levantado y lloraba amargamente por él.

—Primeramente, Dios, no me deja morir sin ver a mi hijo otra vuelta.

Independencia económica

Martina: Desde que fui ganando unos centavos, compraba lo que quería. No era mucho, pero a veces quería chupar un dulce o comer un pan y ya no le tenía que pedir dinero a mi marido. Compraba mi ropa a mi gusto y ya no me podía regañar.

—¿Por qué hasta ahora me hablas así?

—Gracias a Dios he aprendido en el trabajo cuáles son mis derechos y también los derechos de mis hijos. Pero si no nos entendemos, a ver ¿qué vamos a hacer?

Lo miraba y cuando quedó en las Comisiones Permanentes nos quedamos de acuerdo y me dio libre.

—Vaya, el hombre tiene derecho para ir y las mujeres también —decían.

Cuando mi marido escuchó esto, abrió su oído y su pensamiento. Entendió que las mujeres pueden salir y no solo los hombres.

Adriana: Directo mi esposo y yo no nos entendíamos. Después la iglesia evangélica me protegió bastante. Logré que mi esposo también se hizo evangélico y dejó de hacer cosas que hizo por su ignorancia y que me perjudicaban. Cuando aceptó me sentí una mujer liberada porque había sufrido muchos martilleos. Ya no salía en las parrandas, ya no tomaba, ya no era grosero, ya no me trataba mal y ya no me ofendía. Cuando se convirtió era una felicidad para mí.

Ana:—Esa anda vagando porque manda a su marido. ¿Saber qué anda haciendo por allá? Este hombre es un bobo. Ella hace lo que le dé la gana y su marido no le dice nada porque le tiene bajo sus zapatos —así nos criticaban.

Las mujeres se organizan

En la guerra y la resistencia las mujeres habían tenido nuevos papeles. En el refugio las mujeres salían de sus casas y participaban en organizaciones de mujeres y en la comunidad. Más mujeres se dieron cuenta de que tenían derechos y empezaron a romper con el papel tradicional de la mujer. En este proceso tuvieron apoyo de ONGs, la iglesia y el ACNUR. Empezaron a hablar y a tener nuevas experiencias. Entraron nuevas palabras en el lenguaje como la palabra: proyecto.

Reuniones, talleres y proyectos

Carmen: La gente se fue organizando y permitió dar talleres. Se incorporaron ONGs para apoyar el desarrollo humanitario. La gente aprendió mucho. Se aprovechó bastante el tiempo que estuvimos en el refugio para capacitarnos, conocer nuestros derechos y para llegar a un consenso para el regreso.

Marta: En la montaña las reuniones solo eran para pasar información y no para dar opiniones. En México era distinto. Había que opinar, decir lo que a uno no le gustaba o con que uno no estaba de acuerdo.

Nuevos papeles

Guadalupe: Se organizaron las mujeres, trabajaron como promotoras de salud, como comité de nutrición, maestras de preescolar y coordinadoras de la organización de mujeres y de promotoras de educación inicial. Allí estuve trabajando un tiempo.. De repente

nació la idea de formar una organización de mujeres. Se formó la organización de Mamá Maquín en el 89.

Derecho de hablar

Se les quitó el miedo y la vergüenza de hablar

Angélica: Las mujeres podían platicar con las ONGs que llegaban.

Margarita: Cuando estábamos en Quintana nacieron las organizaciones de las mujeres.

La primera organización era Mamá Maquín

Fue un proceso intenso de dignificación de la mujer y por lo mismo del hombre y de la comunidad.

8. Retornar a Guatemala, 1987-1998

En 1986 el gobierno del presidente civil Vinicio Cerezo empezó una campaña de propaganda para convencer a los refugiados de regresar a Guatemala porque la democracia supuestamente se había restablecido. Mandó una delegación con su esposa

Por eso, a finales de 1987, los refugiados nombraron a las Comisiones Permanentes de Representantes Refugiados Guatemaltecos en México, CCPP, para negociar el retorno colectivo. El 8 de octubre de 1992 se firmaron los siete acuerdos para el retorno, acordaron un retorno colectivo y organizado bajo condiciones de seguridad y de dignidad, a través de decisiones voluntarias y personales

Siguió el proceso de migración. Después de más de diez años de refugio cada familia tenía que decidir si quedarse o retornar.

4,000 personas regresaron de manera individual y 40,000 de forma colectiva. Volvieron a sus tierras en Ixcán, Petén y la Costa Sur o a nuevas tierras. Estas tierras fueron compradas gracias a un crédito negociado con el gobierno

18 000 refugiados se quedaron en México

Carmen: Raquel Blandón, la esposa del entonces presidente de Guatemala Vinicio Cerezo , visitó nuestro campamento y dijo que olvidáramos el pasado. Pero lo cierto era que la guerra había dejado bastante lastimado el corazón de la gente campesina indígena por tantos huérfanos y viudas.

No cerrábamos los ojos ante esta realidad. Tampoco podíamos olvidar esta historia aunque ya se habían firmado los acuerdos de paz

Discusión en las casas

Difíciles y dolorosas fueron las discusiones al interior de las familias, entre los que quería regresar y los que no querían, sobre todo los jóvenes que  ya habían nacido en México

Para muchos jóvenes el retorno significaba dejar el país donde crecieron y donde se habían enraizado. Se habían acostumbrado trabajar en las centros turísticos y eran más urbanas que del campo. Para los más jóvenes retornar a Guatemala significaba irse al exilio

Araceli: Fue difícil porque al principio no queríamos retornar. Mi papá quería regresar

Isabel: Era más mi papá que quería regresar. Mi mamá no.

—No quiero regresar. Allá no tengo nada. ¿Qué voy a encontrar allá?, mi casa hecha ceniza. Puede pasar igual y volver la guerra.

Josefina: Cuando oía mencionar el retorno, me alegré porque nuevamente

iba a ver a mi familia, a mi mamá y a mis hermanos. Mucha gente había

muerto por la violencia, pero gracias a Dios ellos estaban vivos.

Felicia: Las muchachas habíamos crecido en México. De las que andaban trabajando en Cancún algunas se quedaron. Escucharon que en Guatemala iban a vivir en la montaña en el lodo. ¿A caso iban a estar de acuerdo de vivir así? Estaban hallados de tener buenos zapatos, buena ropa, televisión y buena comida. ¿Y venir a sufrir otra vez, no. Muchas se quedaron.

Chillaba bastante porque tanto tiempo había estado allí, desde que tenía nueve años hasta veintitrés. Jóvenes de esta generación ya no nos sentíamos Guatemaltecos, éramos más mexicanos que Guatemaltecos. A pesar de esto muchos jóvenes regresaron, pero fue muy duro. Duele quitar las raíces, pero después me encariñé con el Quetzal.

Organizarse para retornar

Las CCPP promovió, organizó y negoció el retorno. Los grupos se organizaron conforme el lugar donde querían retornar

Las mujeres se organizan para retornar

Las mujeres de cada vertiente se organizaron, las de la vertiente sur en la organización Madre Tierra y las de la vertiente noroccidente en la organización Mamá Maquín.

Las mujeres de la vertiente norte, que cuentan aquí su historia, formaban la Asociación Nacional de Mujeres Guatemaltecas Ixmucané. En reuniones y talleres se prepararon a la nueva etapa de vida. Fueron acompañadas por la ONG COMADEP y hubo apoyo de expertos, otras ONG nacionales e internacionales, la iglesia y el ACNUR.

Alejandra: Poco a poco nos organizamos con puras mujeres. Antes no había, pero cuando empezamos a organizar el retorno se fundó la organización de mujeres que llevaba el nombre de Ixmucané en las fechas 24 y 25 de noviembre en el año 94. Allí las mujeres empezamos a ver nuestros derechos y los trabajos que íbamos a tener. Me gustó participar y asumimos responsabilidades en el retorno. Primero ignoramos qué quería decir Ixmucané y cuáles eran los objetivos, pero luego sí nos dimos cuenta. El primer objetivo era luchar la tierra. Los siguientes objetivos eran relacionarnos con los vecinos de la finca, organizarnos como comunidad y como mujeres tener la plena participación en la comunidad y asumir responsabilidades. Se trataba de tener la plena participación política, social, económico y cultural. Y aunque, al parecer al principio se retrasó la participación de las mujeres, al final sí se logró.

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Entre 1995 Y 1998 se realizaron siete retornos a Petén a los lugares el Quetzal, la Esmeralda, el Tumbo, Santa Amelia, Laguna Perdida, Huacút y San Martín. En enero de 1999, año en que se realizaron las entrevistas, las mujeres contaron sobre los primeros años después del retorno a Guatemala. Hablan de la llegada y de la construcción y organización de sus nuevas comunidades. Era empezar de nuevo y poco a poco tener la confían

El exilio había sido una etapa, dolorosa, sí pero de mucho desarrollo para las mujeres

Rosario: En México tuve cursos de Derechos Humanos. Aprendí que tenemos derechos, derecho de vivir, de hablar y de tener una vida buena. Logramos la carreta, la clínica, la escuela y la tienda de la cooperativa porque lo fuimos a pedir con las autoridades

Delfina: Mi esposo no dice nada cuando voy a una reunión. Cuida a los hijos, los animales y las siembras en el solar de la casa. Cuando regreso a la casa ya está limpia, ya barrió y ya bañó y cambió a los niños.

Rosario: Los dos estaban ciegos, tanto el hombre como la mujer.

Olivia: Antes de venir a México tenía mis ojos tapados, pero allí dieron orientaciones sobre la participación de la mujer

Martina: Ahorita los jóvenes se conocen en la calle y se pueden hacer novios, pero antes no era así

Josefina: Quiero que mis hijas crezcan en el ambiente que teníamos en México. Ese ambiente les da ánimo sin tener vergüenza o miedo de participar. Mis hijas participan en grupos de jóvenes.

Aunque La guerra siempre resuena en la mente

Lourdes: No quiero recordar lo que pasó antes, pero me agarra en mi sueño.

Guadalupe: Estamos aquí en Guatemala. Por mi parte me siento alegre, me siento contenta y ya no siento miedo.

Conocer mi cuerpo

Te preguntabas de dónde viene el embarazo y por qué será así. Tal vez le daba pena contar o a lo mejor mi mamá no sabía nada. Pero ahora hay un cambio. Ahorita les estoy explicando a mis hijas cómo es para que no se asusten, que ya sepan qué es el problema de la mujer

Mis hijas

Josefina: Quiero que mis hijas crezcan en el ambiente que teníamos en México. Ese ambiente les da ánimo sin tener vergüenza o miedo de participar. Mis hijas participan en grupos de jóvenes.

Derechos del pueblo indígena

Araceli: Somos indígenas y siempre así nos han tratado. Según me contaba mi papá los indígenas éramos tratados como “indios”. Ahora somos iguales todos. Sufrimosla misma situación y la misma guerra nos hizo huir.

Catalina: Hasta ahora escuchamos del valor del pueblo indígena. Lo estamos conociendo un poquito. Es cierto que decían que el indígena era igual que un perrito,que no era más que una cosa entre otras cosas

Carmen: Lo que queremos enseñara nuestros hijos en primer lugar es el respeto a nuestra Madre Tierra, el respeto a la naturaleza y la celebración del Día del Maíz, el valor que tienen los templos, elcalendario y las ceremonias mayas. Queremos rescatar las costumbres como: la música,el baile, la danza y los idiomas.

¿Por qué este libro?

Alejandra: El libro es importante para que no se mueran la historia y las experiencias que hemos tenido, que se queden con nuestros hijos porque son el futuro y que sigan nuestro camino. Que los niños y niñas que crecen ahora no hagan diferencia entre hombres y mujeres, que no sean ciegos a los derechos de la mujer.

La olla quebrada

Carmen: Haber retornado para nosotros significa recuperar la olla que se quebró.

Estábamos como en pedacitos, unos muertos, otros llegados a su destino, otros yendo de regreso y familiares de los cuales no sabemos que si están vivos o no. Antes estábamos como una olla entera, pero en el momento que se dio la destrucción del ser humano, la olla se rompió en pedacitos. Al final no éramos nada, solo un pedacito de una olla toda desarticulada. Ahora queremos remendar esta olla. Cuesta muchísimo, no es fácil y ha dejado muchas cicatrices, pero hacemos una nueva olla con un futuro nuevo y con una visión más justa.