No regresar al pasado, de María Adelaide Menting (Piedra Santa), se hizo acreedora del Premio Quetzal de Oro al mejor libro del 2023, concedido por la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG). El jurado calificador, integrado por el escritor Julio Serrano, la antropóloga Artemis Torres y quien esto escribe, tuvo una ardua labor para definir al ganador por la calidad de los textos que llegaron a la APG para participar en el certamen. Merecieron mención honorífica La economía atrapada, de Juan Alberto Fuentes Knight (F&G), y Extraño y casi inverosímil relato de la boda más compleja y espinosa que nadie pueda imaginar jamás, de Víctor Muñoz (Cultura). Este galardón había dejado de otorgarse desde el 2014 y ahora vuelve a hacerse presente para reconocer la creación literaria que se enfrenta a un terreno muy árido en Guatemala, por los altos costos de impresión y la baja demanda. Por eso es importante este tipo de distinción para animar al público a apreciar la labor de los escritores.
La obra galardonada con el Quetzal de Oro, de la APG nos relata una historia cruda y corrosiva desde la vivencia de mujeres indígenas.
Haroldo Shetemul
El contenido de las 664 páginas del libro de Menting se encuentra en los diez años que vivió y trabajó en los campamentos de refugiados guatemaltecos en el sur de México y en las cooperativas de refugiados retornados en Petén. No se trata de un texto improvisado, sino de una obra que se sumerge en la vida de mujeres que vivieron en carne propia las vicisitudes, el dolor y la tragedia del conflicto armado interno. Este texto se desarrolla a partir de 59 entrevistas de mujeres indígenas. Menting supo escuchar sus historias, sus llantos y sus risas. Son las voces de una Guatemala herida que quiere ser escuchada. Se combina la tradición oral y la redacción meticulosa que implica ordenar el caos de las historias contadas por cada una de las entrevistadas. La idea de elaborar el libro surge en 1998 y la última página se escribe en el 2021, o sea 21 años de la vida de la autora.
Hay cierto paralelismo entre Pedro Páramo y No regresar al pasado. Rulfo crea Comala a partir de las voces de sus fantasmales habitantes. Es la distopía de un pueblo regido por un despiadado cacique, propietario de la hacienda Media Luna y de todo el polvoriento territorio. Menting construye su obra a partir de las múltiples voces de mujeres que anduvieron a salto de mata por la guerra, cómo se escondieron de los soldados, cómo sobrevivieron y cómo es su cosmovisión maya. La diferencia es que la obra de Rulfo es ficción, mientras que la de Menting refleja una realidad cruda, tangible, corrosiva de la Guatemala profunda. El texto está hilvanado a partir de fragmentos de las entrevistas con mujeres indígenas de varias generaciones, por eso Menting dice que las verdaderas autoras son ellas, porque se atrevieron a contar sus historias. El sociólogo holandés van der Ploeg dice que la obra “ofrece una mirada fascinante y a veces aún poética en la vida y el pensar de campesinos pobres (…) Este libro será sentido por los sobrevivientes y las generaciones actuales como un verdadero monumento”.
El texto de Menting se inscribe en la tradición de las obras premiadas por la APG desde 1960, cuando se instituyó el certamen literario, que ha combinado la narrativa, la poesía y el ensayo. En este lapso han desfilado libros de vital importancia en Guatemala. La lista es extensa, pero entre los premiados están Guayacán, de Virgilio Rodríguez Macal; La patria del criollo, de Severo Martínez Peláez; Poesía fundamental, de Otto Raúl González; Colonialismo y revolución, de Carlos Guzmán Böckler; Quiché rebelde, de Ricardo Falla; Semana mayor, de Marco Augusto Quiroa; Recuento de poesía, de Roberto Obregón; El ángel de la retaguardia, de Mario Roberto Morales; La orilla africana, de Rodrigo Rey Rosa; Palos de ciego, de Mario René Matute; y Los adoradores de la muerte, de Mario Monteforte Toledo.
Maria Adelaide Menting presenta el libro No regresar al pasado
Desde las voces de decenas de mujeres indígenas, la autora holandesa María Adelaide Menting presenta el libro “No regresar al pasado”, sobre cómo las protagonistas vivieron el Conflicto Armado Interno en Guatemala.
Maria Adelaide Menting es trabajadora social y vive en los Países Bajos. Ella escribió el libro «No regresar al pasado», que recopila los testimonios de 38 mujeres indígenas y nueve ladinas sobrevivientes al conflicto armado interno en Guatemala. Maria Adelaide convivió con las mujeres durante una década y entablaron una amistad. Las considera a ellas las verdaderas autoras del libro.
Sus voces están ahí, en el libro. Ellas querían que sus memorias quedaran como herencia para sus hijos y que sus historias no se olviden.
Es jueves, 20 de abril de 2023. En el Museo del Holocausto se realizan los preparativos para la entrega y firma del libro «No regresar al pasado». Gregoria, Oralia, Graciela y Elena platican con su amiga Maria Adelaide.
Ellas son cuatro de las 47 mujeres que compartieron su testimonio. Son líderes indígenas, pertenecen a las etnias mam, chortí y k’iche’. Viajaron desde sus comunidades en Petén hasta la ciudad de Guatemala para asistir a las actividades de promoción del libro.
Entre risas, las cinco recuerdan los sonidos de los saraguates –o monos aulladores– en Petén, las galeras y hamacas donde dormía, los frijoles sin sal. Sus sonrisas se apagan cuando se acuerdan de la violencia, el dolor y el hambre.
«Nosotras representamos a todas las personas que murieron en el conflicto, sabemos que hubo sangre de niños inocentes y mujeres. Venimos con esa voz, porque nuestras compañeras ya están muertas. Venimos ahora a confirmar que somos representantes de todo este dolor», expone Gregoria.
No quieren regresar al pasado. El título del libro representa el sentir de las mujeres.
Para mi es un honor estar aquí presente. Aquí estamos representando a nuestras comunidades, a nuestras compañeras que ya no están con nosotros. Estamos para alzar la voz de ellas que ya no lo pudieron hacer. Fuimos parte la situación en que vivieron el sufrimiento y también ustedes sufrieron, nos solo nosotros. Sabemos que a nivel nacional sufrimos esta guerra que fue arrestado el pais. Algunos ancianos perdieron la vida y en su mayoría fueron niños que ya no pudieron sobrevivir. Pero gracias a Dios, damos fe y testimonio al libro que hoy tenemos acá. Es parte de nosotras. Y las mujeres que dieron su testimonio que ya no están, por acá están en el libro.
Pedimos a todos aquí presentes si algún día llegan a tener este libro, lo comparten con sus hijos e hijas, comparten con sus nietos y nietas, todos los que vienen más atrás de nosotros. Quizás ya no vamos a estar nosotros para compartir para que se den cuenta de esta historia real. Por esto les pedimos a ustedes, que se lo se divulgue hasta los lugares más lejos de Guatemala.
Aquí (en el libro) están las compañeras , las tenemos presentes acá. Por medio de la compañera que lo redactó, tenemos presentes a las compañeras. Gracias a Dios , estamos para contar, para testificar. No es una mentira. No es algo que estamos inventando como dijo la compañera. Lo que pasa es que teníamos miedo y esto nos ha mantenido calladas sobre todo lo que hemos sufrido. Antes no teníamos ni voz ni voto. Gracias a Dios en muchas partes las mujeres ya están tomadas en cuenta, ya tienen voz, han estado ocupando espacios que anteriormente no tuvieron. Hay compañeras maestras y hay compañeras en salud .
Antes decían que solo el hombre lo podía hacer, que solo el hombre tienen voz y voto, que la mujer solo sirve para la casa, sirve para hacer tortillas, para tener hijos, para el oficio del hogar. Pero esto no es verdad, somos personas, tenemos derechos, tenemos dignidad de hablar, de contar nuestra realidad y aquí estamos las mujeres. ¡Arriba las mujeres!
Me alegre, mi corazón reboza de gozo, de alegría y no ha sido fácil, pero aquí estamos. Ya dijeron las compañeras, no nos deja siempre derramar lágrimas porque las heridas no sanan. Siempre hay una herida pequeña, pero también a través del libro hemos agarrado valor y hoy decimos, ‘¡aquí estamos!’ los sobrevivientes. Ya no todas las mujeres que aparecen en el libro están en este libro, pero todavía vivimos algunas que vivíamos en carne propia lo que este libro testifica. Gracias aquí venimos porque se escucha que narran que tal vez es una película, ‘tal vez no pasó así’. Pero sí pasó y es realidad. Y estamos aquí confirmando que sí es cierto.
Cuando van a leer este libro es como que tienen a las mujeres en frente. El libro cuenta la realidad que sufrió nuestra patria Guatemala aunque hoy dicen no había homicidio, sí lo había, realmente lo vivimos. En este tiempo tenía 11 años, vimos muertos pero los muertos ya no hablan. Por esto los que estamos alzamos su voz, están adentro de nosotros, así viven todavía. Los traemos para que muchos escuchen nuestra voz. No nos quedamos callados, nos levantamos.
El título del libro es ‘No regresar al pasado’, porque no queremos volver. Las que sufríamos esta triste y dolorosa situación decimos, ‘no queremos regresar al pasado, no queremos más guerra en Guatemala, queremos tener una Guatemala libre en donde se respeten los derechos humanos porque todos quieren vivir en paz con alegría.
Tal vez ya no tenemos las grandes tierras que perdimos porque nuestras tierras fueron arrebatadas. Hoy las tienen los grandes finqueros . Nuestra caballería que teníamos antes de irnos al refugio no la podíamos recuperar. Pero el pedacito que tenemos allí estamos y allí sobrevivimos.
Hoy decimos a nuestro pueblo que se escuche nuestra voz y que llegue hasta cada rincón de Guatemala y a nivel al mundo para que Guatemala no sufra más violencia, que no haya discriminación, que sea una Guatemala libre y si todos nos unamos el pueblo de Guatemala se levanta y tenemos voz y voto. Lo podemos hacer.
Muy indígenas y analfabetas que somos, pero ya no nos callamos, sino salimos a luz para que nos escuchen, para que se unan a la lucha, para que todos podamos vivir en paz, para que aquel que come un pan, no solo lo come uno, sino todos comamos. Que no se vuelva a repetir en Guatemala ese sufrimiento que tuvimos y aquí estamos en memoria de las mujeres que ya no están.
Comentarios durante la presentación del libro en el Convento Santo Domingo de Guzmán, Cobán.
27 abril de 2023
La moderadora:
La memoria de los pueblos y de la persona se construyea partir de sus recuerdos y vivencias que permitenreconstruir el pasado y posibilitar el presente.
Introducción de la comentarista por la moderadora:
‘Marta Macz Pacay es una mujer incansable conocida en este territorio por luchar por los derechos de las mujeres y las viudas por el conflicto armado interno y luchar por la memoria histórica.’
Gracias a todas las mujeres aquí presentes y por supuesto a los hombres también. Les dio infinitos gracias a los organizadores de este gran evento, también a la autora del libro. No me deja mentir que no fue facil para ella recopilar los testimonios y sacar lo más crudo que las mujeres han vivido en la historia de nuestro país las. Y también gracias a México que en verdad cobijó cuarenta mil refugiados de diferentes partes del país. Nuestro agradecimiento porque fue un país que abrió sus puertas y les dio de todo.
El libro es la vivencia real, crudo y despiadada que han sufrido miles de Guatemaltecos en todos los partes del pais. Lo llamaría villa cruces o calvario porque muchas mujeres principalmente indígenas sufrieron la violencia y la guerra, de una guerra que nadie explica por qué. Este libro le voy a dividir en cinco calvarios que sufrió la gente.
De 1924 hasta 1965 la gente vivió en sus casas en Chajúl, en Jacaltenango, en Huehuetenango, en Quiché, en diferentes partes del país como también aquí en Alta Verapaz. Pero el principal razón de vivir es la madre tierra. Como pueblos indígenas no podemos vivir sin el sagrado maíz, sin el sagrado frijol y siempre estamos viviendo dónde conseguir un pedazo de tierra para sembrar el maíz. Por eso mismo en los años sesenta mucho gente migró por la costa sur. Empezaban los grandes latifundistas a sembrar algodón y mucha gente se fue para allá. Mucha gente del Altiplano viajó para allá días y días enteras para llegar al lugar donde sufrieron el doble de lo sufrieron en su casa.
En su casa en el Altiplano da el maíz solo una vez al año mientras que en tierra caliente a veces tres veces al año. Esto es lo que perseguía la gente. Pero llevaban a todos sus hijos, toda su familia en camiones para llevarlos a las algodoneras. Hoy día no son las algodoneras, es la palma africana. Ubicaron a la pobre gente en grandes galeras. La gente llevaba a todos sus hijitos incluyendo un hijito en la espalada. Imagínese, se levantaban a las tres de la mañana para hacer la tortilla y para poner el maíz en el fuego. Es increíble para las personas no han vivido esto. A mi me costó y no voy a hacer una memoria de todo un libro tan grueso porque también soy muy sensible a todas estas desgracias que vivió el país, no en el conflicto, en la guerra.
La gente sufrió muchísimo en la costa sur porque llevaban a todos sus hijitos. Los obligaban de llenar un costal de algodón. ¿Pueden imaginarse ustedes un quintal de algodón? El algodón no pesa nada. Con todos sus hijitos de cinco, seis, siete años buscaban el algodón para llenar su costal del día porque así era su jornal. Imagínense, las mujeres se levantaban a las tres de la mañana y solo Dios sabe a qué hora se acostaban. Pasaban avionetas fumigando sobre la gente. ¡Cuántos niños murieron inhalando este veneno, cuánta gente falleció allí! Fallecieron y los enterraron atrás de las galeras grandes. No tenían letrinas. ¡Imagínese una casa sin letrina! Y el agua lo tenían que sacar del río a un ahora de caminar. Por esto se levantaban temprano.
Esta fue el primer vía cruces de la gente.
Hasta que llego al oído de ellos que estaban vendiendo terrenos por allí, por Ixcán y por Petén. La gente no lo escuchó dos veces y se fue. Otra vez gente de Huehuetenango, de Quiché caminando hasta Ixcán. Antes no había carreteras, ni autobuses. Hemos progresado hasta este momento, porque ahora hay carreteras. Pero antes en este tiempo ni escuelas, ni centros de salud. Estas benditas algodoneras ni un pequeño centro de salud tenían. Los niños morían de diarrea, de calentura, de tos y deficiencias respiratorias por ese veneno que regaban sobre ellos. Imagínense cuántos muertos quedaron en las algodoneras. Por eso la gente por un pedacito de terreno que les iban a dar para sembrar maíz se fueron a Petén e Ixcán. Un segundo vía cruces porque todo el tiempo sufrieron.
Llevaban semanas hasta llegar a Ixcán, hasta llegar a Petén con sus niños chiquitos dejándoles en el camino de hambre, de sed, de alguna enfermedad. Esto llora sangre. ¡Cuántos niños fallecieron! Y solo llevamos el segundo vía cruces. Llegaron a Ixcán, los grandes bosques, no eran bosques, era selva, donde se oían los saraguates, era un susto para los niños. Muchos niños murieron de susto. Allí mucha gente se estableció en Petén e Ixcán, felices, aunque el sufrimiento lo llevaban en sus almas, pero habían encontrado el paraíso de la tierra. Allí se quedaron. Con el tiempo llegaron los sacerdotes, con el tiempo llegó una escuela, un centro de salud, carreteras. Pero les costó a la gente que se fue para allá hacer todo esto. La gente siempre buscaba el camino cómo resolver su problema porque en este tiempo no lo iba a resolver Rios Montt, el gobierno de este entonces. Así la gente lo hizo, progresó. Se hicieron cooperativas, qué bonito, cooperativas. Y de veras, que esto también me lo contaba mi hermano pero no lo criamos, era muy bromista. Decía, ‘yo vengo de tal lado, trabajó como agrónomo con la confederación de cooperativas. El fue a ayudar a la gente ya le habían fichado porque la gente en este Guatemala no quería que la gente supere, que la gente tenga estudios, que la gente vaya a la escuela, que la gente vaya a la universidad, que la gente tenga tierra.
Les voy a mencionar las cooperativas que se fundaron: la cooperativas de La Palma, Manos Unidas, Los laureles, Betel, La Consuela, El Recuerdo, El Arbolito, Retalteco, Flor de Esperanza, La Lucha, la Técnica, Centro Campesino, Las Flores, La Amistad y muchas más. Mi hermano estuvo allí, en San Cristóbal Alta Verapaz y otras partes del occidente. Mi hermano vilmente fue secuestrado. Durante treinta años estuve buscando su cadáver pero era imposible encontrarlo vivo. Durante treinta años busqué, busqué junto con otras compañeras. Está aquí Rosita, también secuestraron a su papá. Algunas compañeras que están acá también pueden contar lo mismo. Es algo que jamás se olvida.
Vamos del primer a segundo via cruces. Lograron tierra en Ixcán y Petén para tener su maíz, para tener su frijol, para tener sus plantas, para tener su yuca, para tener sus animalitos, pero esto les costó muchas enfermedades, paludismo, infecciones intestinales, enfermedades de la piel, muchas enfermedades, adultos y niños, el hambre y el susto que pasaron.
Pero en este entonces cuando estaban en Ixcán y Petén llegaban personas a pedir tortillas y la gente les daba porque el corazón nunca se niega, se mantiene muy solidario. Le daban tortilla a la gente. No sabían ni que era guerrilla, ni que era gente que estaba más allá en la montaña organizados. La gente por mucha necesidad se había organizó y estaba harto de tanta explotación, de tanta miseria.
Llegaban compañeros en las comunidades en Petén e Ixcán y les daban charlas de que tenían que levantarse.
Entonces el ejército se disfrazó también, no llegaban con uniformes y también llegaban a pedir tortillas. Se dio cuenta el ejército que también la guerrilla llegó a pedir tortillas. La gente no les conocía porque no venían con su uniforme, sino de particulares. Al fin llegó el ejército a hacer grandes desastres y a quemar las casas. La gente tuvo que salir nuevamente de esas tierras en donde les costó bajar montaña, perdiendo niños, perdiendo gente de paludismo, de todo lo que había en la montaña, para que salieron otra vez sin nada. Imagínense dormir en la montaña con zancudos , con zancudos, con muchos animales. Salieron corriendo porque el ejército llegó a bombardear. La gente con sus niños debajo de los árboles, mojados porque llovía. Hasta el cielo estaba llorando de todo lo que pasaba allí. Después de que la gente había estaba feliz por haber obtenido sus tierras, llegó otra vez a salir otra vez sin nada en la montaña. En el libro de Alfonso Huet dice, ‘la montaña nos cobijó y nos salvó’ también hay muchos testimonios simulares a que las mujeres dicen en el libro ‘No regresar al pasado’.
Tuvieron que matar sus perros para que no labraban a los soldados. Todos tenemos un perrito en la casa. Este sufrimiento nunca se olvida jamás. Mataban gatitos. Recuerdo también el libro de Carlos Santos ‘El silencio del gallo’ en donde cuenta que tuvieron que matar sus gallos para que no les encontrara el ejército.
La gente pasó días y semanas y semanas en la montaña. Allí quedaron tirados muchos niños, niños muertos. No voy a descartar en decir que la guerrilla los acompañó hasta que llegaron a la frontera con México después de haber caminado varios días, otro vía cruces para llegar a México. No era con brazos abiertos. Estuvieron bombardeando durante todo el trayecto que les llevó a México y todavía allí en la frontera el ejército bombardeando a la gente. Había que cruzar un gran río. Muchos niños del miedo, del pánico que venía el ejército atrás, se tiraron al río y no sabían nadar. Otra vez muchos niños se murieron. Imagínense, ¡cuántos niños muertos ya llevamos desde el conflicto, desde la salida de sus comunidades de la Costa Sur!
Pasaron días y días bajo los árboles sin agua, sin nada, sin ropa. A muchos chiquitos les tapaban la boca para no hacer bulla, para que no lloraran. Muchos murieron porque les tapaban también la nariz. Sin querer la mamá con el pánico les tapaban la nariz y se morían y tenían el bebé muerto en sus brazos. De los que están aquí uno o dos han pasado por esto, aparte de las compañeras de Petén que están aquí.
Tenían sus parcelas, sus siembras, pero han dejado todo. Es cruel, despiadado porque se quedaron sin nada, después que les había costado tanto levantarse porque quemaron las cooperativas. Me viene en la mente que mi hermano por esta razón le secuestraron porque la gente ya tenían la escuela. Muchas cosas dejaron atrás. Por esto este libro me causa tristeza porque me recuerdo muchos testimonios de la gente que estuve escuchando. Uno de ellos les voy a contar porque no se me olvida jamás.
Secuestraron a muchos campesinos de una finca porque pidieron un poco más de salario, un salario justo porque de aquel entonces les daban diez centavos, veinte centavos. ¿Qué va hacer la gente con esto? Entonces la gente se organizó para pedir al patrón un poco más de sueldo. El patrón no quiso y se fue a quejar a la zona militar y luego secuestraron a casi todos.
Bien torturado le llevaron a un señor frente a la esposa que tenía una semana de haber tenido a su bebé. Estaba en todo sangrando y dijo el soldado,
‘¿conoces a tu esposo?’
La esposo no conocía a su esposo porque estaba ensangrentado e irreconocible. Entonces cuando el esposo le dijo,
‘soy yo, soy tal y tal’, le reconoció.
‘Ah bueno, ya reconociste a tu esposo, mira cómo va terminar.’
Le amarraron atrás de un pickup de la zona militar y le arrastraron por toda la carretera. ¡Imagínense lo que sintió la madre que hoy vive todavía! Y tantos testimonios que tuvimos. Y yo en mi corazón y mi mente porque no me atrevo escribirlo, por esto le dije a la compañera Ria, ¿cómo usted tuve este coraje, este valentía de escribir y de escuchar a la gente? Cada testimonio duele. Ella tuve este gran coraje de hacer este gran libro que espero que lo lean ustedes porque debemos de estar conscientes porque un pueblo que no tienen consciencia de su pasado, puede volver a repetirse.
Me salto al tercer vía cruces. La presencia del ejército fue fatal para las familias que perdieron todo. Al llegar a México no fue facil. Fue también un un calvario, un vía cruces porque mucha gente iba llorando porque veían las montañas de Guatemala y decían,
‘tal vez nunca voy a regresar. Qué va pasar con mi pedacito de terreno que logré hacer, qué va pasar con mi casa que dejé allí para el occidente?’ Muchos llegaron muriendo de tanta tristeza.
Pero en México también había muchos muertos. Es cierto, el gobierno de México y muchas organizaciones se involucraron a apoyar a la gente pero le dieron mucho aceite, dieron comida enlatada que la gente no estaba acostumbrada. La gente iba con hambre, no tenía nada en el estómago y para comer cosas así, muchos se murieron de diarrea y decía una señora,
‘casi llenamos tres cementerios de muertos.’
Imagínense, o sea de los 40.000, ¿cuántos se quedaron? Tres cementerios de muertos por problemas intestinales o otras enfermedades.
Después de poco los ubicaron en Campeche y Quintana Roo en otros lugares. Mucha gente ya no quiso regresar porque encontraron trabajo. Algunos allí nacieron porque fueron diez años que ya estaban allí. Algunos se casaron y no quisieron regresar. Los que tenían amor a su tierra Guatemala regresaron. Recuerdo yo cuando venían en grandes autobuses aquí al Ixcán. Pasaron por aquí por Cobán. Mi papá feliz, fue encontrarlos porque decía,
‘allí viene tu hermano, allí viene mi hijo entre los grandes autobuses.’
Y miraba si sacaba la mano mi hermano,. Pasaron todos los autobuses y nada. Tristemente regresamos a la casa y así mucha gente se volcó recibir la gente porque pensaban que allí iban sus parientes.
Muchos ya no regresaron. En México había centros de salud, les dieron medicinas, les dieron muchas cosas. Pero llegó el momento también de regresar a Guatemala cuando dijeron,
‘¿quién quiere regresar a Guatemala?’
Muchos querían regresar a pesar que tenía de todo, tenían escuelas, tenían de todo, pero el amor a Guatemala era lo que más prevaleció.
Yo creo que tienen que leer el libro, léanlo. Lean el otro libro ‘Nos salvó la sagrada selva’. Lean ‘El silencio del gallo’. Lean para que sus hijos, los jóvenes ni pierden la memoria de lo que pasó.
Quiero mencionar cinco aspectos dolorosos. Aspectos que me impactaron.
Que la gente falleció en gran cantidad por dormir bajo la lluvia en la montaña, sobre todo los niños.
También muchos niños por el susto se tiraron en el río y por no saber nadarse les llevó el río.
La tortura de los militaron contra algunos hombres, que los cortaron un pedazo de la pierna y en la herida que tenían echaban sal y limón. Imagínense, en una herida echaban sal y limón. ¡Qué tormenta!, y lo hacían en frente de la gente para que hablaran, algo terrible.
A los niños en la montaña les taparan sus boquitas y muchos murieron.
También que la gente salió corriendo de noche y olvidó a sus muchachitos. Hay un caso en que era tanto el pánico que la mamá dejó colgadito a su chiquito en la hamaca y ella se escondió en el monte y vio como los soldados le ahorcaron al chiquito de cinco meses Además le metieron un cuchillo en el pesques. Así muchas torturas terribles.
Menciono solo algunas comunidades que fueron masacradas en tres días, Alta Mira, Pueblo Nuevo, Huixtla, La Frontera, El Limón, Jacaltenango, Betél, La Libertad. Las Cruces, Todos los Santos, Cuarto Pueblo, La Técnica, Los Chorros, Santo Tomás, Mayalán, Xalbal, santa María Dolores, Los dos Erres, Josefinos, Palestina, Ventura, Campo Santo y muchos más.
Exhorto que lean el libro para hacer memoria y consciencia, de que tenemos que luchar para un país más justo y equitativo. Y que no se criminalice la lucha de las mujeres porque siempre estamos siendo perseguidos, la violencia no ha terminado. ¡Cuántos jóvenes han sido secuestrados, otra vez no sabemos dónde están!
Así que unamos fuerzas para que esto no se vuelva a repetir.
en la presentación del libro No regresar al Pasado por Editorial Piedrasanta en el museo del Holocausto en ciudad de Guatemala
20 de abril 2023
Buenas tardes a todas y todos los presentes
Celebró la presencia en este espacio de algunas de las señoras que cuyas vidas están plasmadas en este libro y son un ejemplo de fortaleza. Pasó ahora a agradecer al equipo de Editorial Piedrasanta que ha hecho lo posible que yo pueda estar esta tarde compartiendo y aprendiendo de María Adelaide Menting y de las vidas/voces las mujeres que este libro registra. En especial agradezco el esfuerzo y la gestión de la directora general de la editorial, Irene Piedrasanta.
He querido priorizar algunos puntos sobre este sendo trabajo que hoy se entrega aquí.
El primero es el título del libro: No regresar al Pasado. Es un nombre que nos consterna en este momento por el que recorre Guatemala. De hecho, apenas 4 años atrás hubiéramos considerado al país como un ejemplo de la justicia transicional ya que a través de casos paradigmáticos estaba demostrando al mundo que un país pequeño que ha vivido diversos extractivismos es capaz de buscar la justicia para las personas y comunidades que han sido golpeadas por acontecimientos o delitos cometidos contra ellos/ellas/comunidades; trabajar por la reparación que de alguna manera es limitada -desde mi perspectiva y experiencia- dado que ninguna medida reconstruye o repara lo destruido en vidas o las pérdidas humanas y comunitarias que en Guatemala se han vivido en las décadas finales del siglo pasado, y que finalmente estaba intentando sentar bases para la No repetición.
Precisamente, el título del libro, “No regresar al pasado”, encaja dentro de esa lucha profunda de NO repetición de ninguno de los crimines que las mujeres indígenas, mestizas, rurales que en su mayoría la guerra empobreció tuvieron que enfrentar y desafiar. Y que aquí se presentan en sus propios lenguajes. Sin embargo, los hechos cotidianos que ahora se viven en Guatemala y que están siendo planificadas desde múltiples instancias, incluido el propio sistema de justicia, nos está indicando todo lo contrario. De que, estamos, con estupor, siendo testigos/as oculares -como lo ha dicho Ricardo Falla- de cómo regresamos al pasado de manera jamás inesperada y de manera rápida, retorciendo el derecho y usando los cargos públicos, pero también los privados para instituir y solidificar la Guatemala que unos pocos necesitan para operar con impunidad y desigualdad. Y esto ocurre porque nos hemos confundido al creer que la rueda de la historia se mueve para superar las tragedias, las inequidades, pero también para cumplir lo pactado entre partes y sectores activos y negociadores, pero no para volver a puntos que creíamos superados, como retomar el Estado para volverlo nuevamente en una máquina de represión, usando sus aparatos represivos, pero también sus aparatos judiciales e ideológicos. Error en el que hemos caído los diferentes sectores, aquí no se escapa nadie, por eso, este título: “No regresar al Pasado” es más que un título, es quizá el grito, la voz y la demanda de 47 mujeres que en estas 676 páginas nos recuerdan los horrores a los que podemos retornar sí callamos y sí seguimos creyendo que no nos alcanzaran a nosotros a través de alguna de todas las instituciones del Estado. Al igual que como aquí lo dicen las señoras, cuando la guerra arrastró todo, no dejo nada, no dio tiempo de llevar lo esencial, porque la guerra no preparó a nadie, a ninguna mujer joven, adulta o anciana, fuera católica, carismática, protestante, atea, o de cualquier espiritualidad para huir y llevar consigo si quiera herramientas para sobrevivir en cualquiera de los caminos que las circunstancias les permitieron a ellas escapar.
Y hoy, estamos en esa mismo posición, la historia viva, actual, que está ahora desarrollándose frente nosotros y que estamos sintiendo en la piel y que está llegando a nuestras emociones mostrándonos la frustración, no está colocando en el mismo lugar del que las mujeres aquí nos retratan y que vivieron entre 1975 y 1984, y que, ellas con su sabiduría nos advierten que no importa cuánto hayamos vivido, leído, documentado, escuchado o aprendido del pasado reciente, porque todo lo avanzado -lo poco o mucho, siempre va a depender del lugar que lo veamos- puede estarse revirtiendo en contra de cada uno de las y los que estamos aquí o de los que están en los diferentes espacios territoriales.
Por eso, considero que este libro, no llega hoy por casualidad, de hecho, cuando trabajamos en “documentar acontecimientos sociales” y cruzamos las fuentes, allí aprendemos que no existen las casualidades, sino que cada acontecimiento es producto de hechos diversos, comunes o mixtos que convergen en un momento concreto, a veces antes o a veces después, para lograr los resultados que quienes los diseñaron buscaron alcanzar. Lo mismo ocurre hoy, cada pequeño suceso que estamos viviendo o leyendo está contribuyendo a conformar esos hechos mayores que buscan convertirse en acontecimientos históricos fundacionales para sectores concretos de este país, pero como la historia la construyen personas de manera individual y colectiva, entonces, allí está la esperanza o los rayos de esperanza, nada está pérdido y menos en estos tiempos en donde la información está al alcance de todos, la recolección y el análisis de la misma serán nuestras herramientas para evitar que violaciones como las que este libro nos presenta con profundo detalle, vuelvan a repetirse, no es un cliché, entonces, preguntarnos qué parte nos toca asumir frente a un escenario en donde estamos viviendo una imparable espiral de represión y pareciera que no queremos verla y preferimos voltear para ver a otro lado.
El segundo punto al que quiero referirme como aporte de este libro, es el que se refiere a las fuentes. Considero que este trabajo se convierte en un extenso material para las y los estudiosos de la historia del Siglo XX de Guatemala, dado que el trabajo plantea hechos de vida de 47 mujeres de 1924 a 1999 y aún para un público que va más allá de las ciencias sociales, y se amplía a personas en general que quieran leer en un lenguaje cotidiano las vivencias de mujeres étnicamente diversas que nos enseñan sobre sus vidas y sobre cómo momentos de crisis crean resistencias que se tornas emancipadoras.
En términos de fuentes podría decir que es una combinación de fuentes primarias y secundarias las que aquí María Adelaide nos presenta. Y es justamente en la cantidad de fuentes primarias, en forma de testimonio oral, donde yace la riqueza del trabajo. Fuentes primarias porque al leer este libro se encuentran una riqueza incalculable de datos históricos propios de vidas individuales, que hablan de formas comunitarias de subsistencia que son formales e informales, que fueron recogidas oralmente y que fueron transcritas con el lenguaje de las actoras, o sea, el libro está lleno de voces que no fueron filtradas. Ustedes al leerlas encontraran allí lo que ellas dijeron como un torrente de datos que serán útiles para otros estudios que busquen interpretar o evaluar ciertas etapas de la historia de las mujeres de las regiones lingüísticas del pueblo chortí, kaqchiquel, jacalteco, chortí, mam, kanjobal, q’eqchi’ y k’iche’, y también de mujeres ladinas. Aquí la autora deja en libertad a las múltiples vivencias para que ellas vayan soltando lo que nace de la propia experiencia, sentida, vivida, disfrutada, dolida o enfrentada.
Pero también podemos asumir este libro como un recurso catalogado en fuentes secundarias, dado que contiene miles de datos primarios que si bien no fueron interpretados si fueron organizados en temas que corresponden a etapas históricas que fueron trabajadas en 10 capítulos. Así la o el lector e investigador puede usar datos primarios, por ejemplo, de 1924 a 1965 para construir una fotografía de la autosostenibilidad que las mujeres habían creado en familia y que les permitía en medio de la carencia de recursos y de medios de vida poder cubrir los niveles de alimentación básicos, porque esas voces ya están clasificadas por ese tema y ese periodo de tiempo. De igual manera, alguien interesado en conocer ¿por qué los campamentos de refugiados guatemaltecos, que lograron huir de la represión del Estado, se mueven del Estado de Chiapas en México a los estados de Campeche y Quintana Roo? Para buscar respuestas puede recurrir a los capítulos 6 y 7 para analizar las voces de las mujeres y comprender esas decisiones del Estado mexicano y las anuencias de las y los refugiados. Mientras que alguien interesado en los cambios culturales que enfrentan las mujeres mayas y ladinas antes de 1960, durante el conflicto armado y luego de firmarse los acuerdos de paz, diríamos en 8 décadas del Siglo XX, tiene todo el libro para poder realizar un análisis minucioso del impacto de la represión, el genocidio, el desplazamiento y el reasentamiento de la vida cultural de los pueblos mayas de Guatemala, sin duda, queda la sensación que después de la violenta colonización española el siglo xx, es esta otra etapa clave, en términos poblacionales, la que modificó estructuralmente la vida colectiva de los pueblos, cuyos efectos aún se enfrentan y definen en la actualidad de las vidas de las mujeres indígenas de esas regiones.
De manera general, diría que este trabajo es un aporte necesario para reconstruir el tejido histórico de las mujeres del país, sobre todo en el momento actual donde se vive un proceso de incertidumbre respecto a actores del pasado que nuevamente resurgen buscando enterrar al país en los procesos de violencia, impunidad y silencio del pasado.
Ahora algunas preguntas que me gustaría plantearte como autora
PREGUNTAS
María, ¿Cómo llegas a Guatemala y que te hace acercarte a la vida de las mujeres cuyas voces aquí has plasmado?
¿Como lograste crear un proceso de confianza con ellas para que te relataran su vida?
Tú no quisiste interpretar las voces de las 47 señoras que te permitieron y te pidieron realizar este trabajo. ¿Por qué decides usar esta metodología?
¿Cómo interpretas tú el papel del testimonio?
Los mapas migratorios que están al final son un recurso valioso, y me pregunto cómo complementarlos con datos, con cifras que nos den el contexto de la cantidad más exacta sobre la población que migró internamente pero también internacionalmente. Con tu experiencia en los campos de refugiados y con la distancia en tiempo ¿crees que es posible obtener esos datos fiables?
Cuando uno lee la vida de las señoras encuentra que a pesar de la diversidad cultural, social o lingüística habían construido comunidades en donde la pobreza no es la misma pobreza que generó en ellas el genocidio y la persecución estatal. ¿Crees que la categoría de pobreza debe ser analizada con ojos históricos y diferenciados antes, durante y luego del conflicto armado?
¿Cuál o cuáles consideras tú que son los aportes de este trabajo a la bibliografía que existe sobre las mujeres mayas sobrevivientes del siglo xx?
El libro ha sido impreso y editado por la editora guatemalteco Piedrasanta.
El 20 de abril 2023 fue presentado en la capital.
800 libros fueron donados a organizaciones de base de mujeres, campesinos y activistas de derechos humanos, grandes y sobre todo pequeñas bibliotecas, universidades, comunidades en Ixcán y Petén, escuelas y personas claves.
200 libros son vendidos por Piedrasanta. El libro digital es disponible en la editora y Amazon.
En la Prensa Libre, periódico más grande de Guatemala, ‘No regresar al pasado’ fue mencionado como uno de las 7 libros que hay que leer para entender Guatemala.
Las ganancias de la venta de la venta serán reinvertido en Guatemala en actividades relacionadas con el contendido del libro. Será decidido junto con la organización de mujeres Ixmucané que ha estado en la base del libro.
En abril y mayo de 2023 estuve con mi compañero en Guatemala y se han dado 36 actividades para hablar sobre el libro. Había entrevista en la prensa, en la tele, la radio, medios sociales y había presentaciones para estudiantes e investigadores en las diferentes sedes de la en la universidad de Rafael Landivar. Había presentaciones en la capital junto con la editora, para una organización de maestros indígenas, para grupos en Cobán en Alta Verapaz, En Santa Elena en Petén, y en diferentes comunidades en Petén donde viven las mujeres que hablan sobre su historia en el libro.
Aquí abajo están las transcripciones del los comentarios sobre el libro y las publicaciones en le prensa.