Para mi es un honor estar aquí presente. Aquí estamos representando a nuestras comunidades, a nuestras compañeras que ya no están con nosotros. Estamos para alzar la voz de ellas que ya no lo pudieron hacer. Fuimos parte la situación en que vivieron el sufrimiento y también ustedes sufrieron, nos solo nosotros. Sabemos que a nivel nacional sufrimos esta guerra que fue arrestado el pais. Algunos ancianos perdieron la vida y en su mayoría fueron niños que ya no pudieron sobrevivir. Pero gracias a Dios, damos fe y testimonio al libro que hoy tenemos acá. Es parte de nosotras. Y las mujeres que dieron su testimonio que ya no están, por acá están en el libro.
Pedimos a todos aquí presentes si algún día llegan a tener este libro, lo comparten con sus hijos e hijas, comparten con sus nietos y nietas, todos los que vienen más atrás de nosotros. Quizás ya no vamos a estar nosotros para compartir para que se den cuenta de esta historia real. Por esto les pedimos a ustedes, que se lo se divulgue hasta los lugares más lejos de Guatemala.
Aquí (en el libro) están las compañeras , las tenemos presentes acá. Por medio de la compañera que lo redactó, tenemos presentes a las compañeras. Gracias a Dios , estamos para contar, para testificar. No es una mentira. No es algo que estamos inventando como dijo la compañera. Lo que pasa es que teníamos miedo y esto nos ha mantenido calladas sobre todo lo que hemos sufrido. Antes no teníamos ni voz ni voto. Gracias a Dios en muchas partes las mujeres ya están tomadas en cuenta, ya tienen voz, han estado ocupando espacios que anteriormente no tuvieron. Hay compañeras maestras y hay compañeras en salud .
Antes decían que solo el hombre lo podía hacer, que solo el hombre tienen voz y voto, que la mujer solo sirve para la casa, sirve para hacer tortillas, para tener hijos, para el oficio del hogar. Pero esto no es verdad, somos personas, tenemos derechos, tenemos dignidad de hablar, de contar nuestra realidad y aquí estamos las mujeres. ¡Arriba las mujeres!
Gracias.